viernes, 26 de octubre de 2007

Dia de Muertos.

El culto y respeto a los muertos es el indicio que hace conocer a los arqueólogos la existencia de preocupaciones espirituales en el grupo humano que investigan; según la importancia de éste, sus costumbres alcanzan una mayor difusión y permanencia.

En Europa tenemos un grupo importante: el constituído por los celtas, el cual ha dejado una honda impronta en nuestra civilización y en algunas zonas se han conservado sus tradiciones hasta el momento actual, aunque ciertamente modificadas. Según la documentación existente, los celtas celebraban cuatro grandes fiestas durante el año relacionadas con el ciclo agrario.

El 1º de noviembre celebraban la fiesta de Samain, en la que se conmemoraba el comienzo del nuevo año después del verano, las fiestas duraban 3 días y comenzaban el 31 de octubre en cuya noche Hallowe'en ("All hallow's eve" , palabras del inglés antiguo que significan "víspera de todos los santos"), antes de comenzar el nuevo año tenía lugar la conjunción entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El día 1º de noviembre estaba dedicado a los héroes y el a los muertos, con grandes manifestaciones rituales.

Con el fin de asimilar esta costumbre tan arraigada, la Iglesia católica en el año 835 trasladó la festividad de Todos los Santos que se celebraba en mayo al 1 de noviembre y el Día de Difuntos más tarde en el 988 se instauró en el 2 de noviembre, buscando un sincretismo entre la tradición pagana y el cristianismo.

Fue costumbre durante muchos siglos, encender hogueras en las colinas para espantar al mal y se invocaba la protección de los antepasados, como espíritus amigos que podían proteger a sus descendientes. Todavía en tiempos de la Reina Victoria se encendía una gran hoguera en Balmoral.

En principio, los fantasmas como visión del difunto, no eran causa de miedo, sino de respeto porque proporcionaban la comunicación con el reino de la muerte.

En esta línea la costumbre española de representar Don Juan Tenorio está plenamente justificada ya que armoniza la vida y la ultratumba con gran maestría. Este personaje, creado por Tirso de Molina, se atreve a ir al cementerio, la noche de Todos los Santos, a conjurar la almas de quienes habían sido víctimas de su espada o sus deseos.

Los celtas tenían costumbre de vaciar nabos y ponerles una vela dentro como representación de las cabezas cortadas a sus enemigos. Hay que recordar que las calabazas son originarias de Centroamérica siendo los emigrantes irlandeses los que llevaron allí la tradición; éstos pronto sustituyeron los nabos por calabazas, más fáciles de vaciar y más vistosas.

En algunas zonas españolas de fuerte influencia celta, como Asturias y Galicia, se conservaba esta tradición en el Día de los Difuntos.

En Galicia se unen dos tradiciones, la celta y la católica, por lo que en esta región de España es en la que más perdura la tradición en el recuerdo de los muertos y las animas del purgatorio, muy unidas al folklore local, así como las leyendas de aparecidos y fantasmas.

En Asturias están documentadas dos costumbres que solemos identificar con el Halloween americano: hacer farolas con calabazas en la noche de Todos los Santos y la de que los niños vayan pidiendo dulces o comida por las casas; la primera pervivió hasta los años 50 del siglo pasado y la segunda, fue prohibida por la Iglesia en el s.XVIII.


Actualmente se tiende a olvidar las connotaciones religiosas y exaltar el terror, las brujas y los fantasmas.

En España, la fiesta de Halloween es una actividad en las guarderías y escuelas infantiles, aprovechada también en los parques temáticos y en fiestas organizadas para gente joven.

Todavía el homenaje a los muertos, con la visita y adorno de las tumbas con flores, es lo primordial y más importante en esta festividad.

Existen dulces propios de estas festividades en muchas regiones españolas, como los "panellets", los huesos de santo o las castañas asadas.

En Latinoamérica perviven estas características llevadas a aquellas tierras por los españoles, aunque la influencia norteamericana también se deje sentir.

Estas tradición sin duda sobresale en México pero, aunque existe una gran diversidad de costumbres, no dejan de tener el mismo significado para todas las culturas de Latinoamérica.

En partes rurales de Perú, por ejemplo, la celebración del Día de los Muertos empieza el 1º de noviembre y termina el 2º de noviembre.

Según la leyenda, las almas de los muertos regresan durante el Día de los Muertos para disfrutar de los altares, que son llenados de objetos que reflejan algún aspecto de la vida de la persona fallecida. En las casas de los familiares, un altar (mesa) es dedicado a los difuntos con fotografías de las personas a las que se honra; se ilumina con velas dispuestas alrededor de la mesa y con las flores que se llevarán al cementerio el siguiente día.

Las ofrendas para el fallecido incluyen aquellas comidas que el difunto disfrutaba cuando estaba con vida o alguna cosa que hubiese sido importante para él. La costumbre es dejar las ofrendas durante toda la noche para que el difunto pueda tener tiempo de disfrutarlas. Al día siguiente se reza por los difuntos y ya se puede comer lo que se les había dejado de ofrenda.
Ya al siguiente
día, las familias van al cementerio y ponen las flores en las tumbas de sus muertos.

En las ciudades, el Día de los Muertos se celebra de una forma más sencilla; en lugar de poner las ofrendas toda la noche, se ponen el día 2º de noviembre y se dejan en el altar durante toda la tarde, al atardecer van al cementerio a visitar a sus muertos y a dejarles flores.


Este día es un homenaje para todos los muertos que ya no se encuentran con nosotros y se ve con alegría porque hace que nos acordemos de ellos. Los familiares y amigos se reúnen en la casa del fallecido para recordarlo. Durante esta pequeña reunión se acostumbra tomar café, mientras que se conversa y recuerda cosas del difunto.

Estamos ante distintas tradiciones que, aunque transformadas, han llegado a nuestros días y llevan implícita la idea de la llegada del invierno y el culto a los muertos y tienen también una vertiente fantástica y terrorífica.

Mas informaciín de la celebracion celta en estas fechas.:
http://www.telepolis.com/cgi-bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/losceltas/doc/ruedacelta/celtasceltas/07shamain.htm

Informacion sobre las ofrendas en Mexico:

Día de los Muertos

1. Introducción

El Día de los Muertos se celebra en México el 2 de noviembre. En este día, las familias mexicanas van a los panteones, visitan las tumbas de sus familiares, las limpian y tal vez pintan las lápidas, ponen flores, especialmente flores de muerto (zempasuchil o maravillas) y encienden velas.
También en sus casas, las familias mexicanas hacen altares especiales, dedicados a sus familiares muertos. Los altares pueden ser desde muy sencillos hasta muy elaborados, usualmente llenos de objetos que daban placer en vida a la persona muerta, incluyendo la comida y bebida favorita. Los altares dedicados a las animas de los niños muertos incluyen juguetes, dulces y otras golosinas.
El Día de los Muertos se celebra en México el 2 de noviembre. En este día, las familias mexicanas van a los panteones, visitan las tumbas de sus familiares, las limpian y tal vez pintan las lápidas, ponen flores, especialmente flores de muerto
(
zempasuchil o maravillas) y encienden velas.
También en sus casas, las familias mexicanas hacen altares especiales, dedicados a sus familiares muertos. Los altares pueden ser de muy sencillos a muy elaborados, usualmente llenos de objetos que daban placer en vida a la persona muerta, incluyendo la comida y bebida favorita. Los altares dedicados a las ánimas de los niños muertos incluyen juguetes, dulces y otras golosinas.
Los altares u "ofrendas" también contienen objetos de figuras de azúcar o "alfeñique." Estos objetos pueden ser animalitos como borregos, platos de comida en miniatura (enchiladas de mole), ataúdes, a veces con calacas, y por supuesto, calaveras. Estas calaveras se hacen con una mezcla de agua hervida, azúcar glasé y limón, vaciado en unos moldes de barro, remojados en agua. Se decoran las calaveras con papel metálico para los ojos y un tipo de betún colorado para el cabello. Se pueden escribir nombres en las calaveras, y los niños mexicanos, muchas veces, intercambian estas calaveras con sus amigos.
También hay papel picado en las ofrendas. Esta arte de papel picado en México es una tradición muy antigua. El pueblito de San Salvador Huixcolotla, estado de Puebla, tiene fama por su arte fino de papel picado. Aunque el papel picado se usa como decoración en muchas fiestas mexicanas como bodas y bautizos, también este tipo de decoración, con temas del Día de los Muertos, es muy popular.

2. Origen del día de los muertos en México

La fiesta que celebramos los días 1 y 2 de Noviembre tiene orígenes prehispánicos. En todas las culturas del México antiguo (Mayas, Olmecas, Mexicas, etc.) la muerte ocupaba un lugar muy importante. Los antiguos mexicanos, igual que en las culturas europeas y orientales, pensaban que el Espíritu de los hombres era inmortal, esto es, que existía un lugar a donde iban a parar las almas de los muertos. Los Nahuas o Mexicas llamaron Mictlán a ese lugar.
A pesar de la similitud con la creencia cristiana, existen diferencias importantes. Una de ellas es que al Mictlán van todos los muertos sin importar como se portaron en este mundo (es decir, no existía el concepto de "buenos" y "malos", por lo tanto no se trataba de premios y castigos). Sin embargo, no todos los muertos eran iguales. Muchos de ellos se convertían en dioses, según hubiera sido su muerte. Los guerreros muertos en combate, se convertían en aves de plumaje muy colorido, que tenían la misión de acompañar al sol en su recorrido diario, especialmente al amanecer y en el atardecer.

Las mujeres que morían en su primer parto, recibían el nombre de Cihuateteo, y también tenían un lugar especial en el Mictlán. De esa manera los Mexicas rendían homenaje, tanto a la guerra como a la fertilidad (no debemos olvidar que fueron una civilización fundamentalmente guerrera). Los sacrificios humanos, también tenían una función ritual. Los prisioneros de guerra eran sacrificados porque pensaban que el sol necesitaba alimentarse con sangre para que tuviera la energía necesaria para que continuara su movimiento.
Pero el viaje a Mictlán era peligroso. Los muertos tenían que atravesar un río muy profundo, escalar montañas, pelear con fieras salvajes, etc. Por eso, cuando moría una persona era enterrada con un ofrenda, que consistía en cuchillos de obsidiana, comida y bebida suficiente para el viaje, un perro que los acompañara, y si el muerto era un personaje importante, lo enterraban con algunos sirvientes.
Durante la colonia, los misioneros cristianos trataron de erradicar esta costumbre. Lo único que consiguieron fue modificarla. La hicieron coincidir con la fiesta religiosa de "Todos los Santos".
Pero en la conciencia de los indígenas quedaron restos de su tradición original. La celebración actual conserva todavía el concepto de que los muertos no "mueren", sino que solamente se fueron a vivir a otro lado, y pueden recorrer el camino de regreso si tienen la comida suficiente para soportar la caminata. Por eso se ponen ofrendas en las casa. Es una forma de estimular a los seres queridos para que vengan a visitarnos de vez en cuando (esta es una idea que se contrapone con la idea universal de que los muertos "asustan". Las personas que amamos cuando vivían jamás podrán hacernos daño, y la mejor manera de recordarlas es invitándola a comer lo que a ellas más les gustaba. Esto sólo se da en México).
La muerte es el destino inexorable de toda vida humana y es natural que nos asuste y angustie su realidad, sobre todo cuando vemos de cerca el peligro de morir o cuando afecta a nuestros seres queridos.
Este resumen dedicado a la celebración del Día de Muertos tiene el propósito de acercar a niños y adultos con la idea de la muerte, para que la vayan aceptando como parte inevitable de la vida humana, conocer cómo algunas culturas antiguas también hacían ritos sobre la muerte; y fortalecer el carácter desde el punto de vista religioso.
Además, espero pueda ayudar a entender mejor la sensibilidad mexicana, nuestra manera tan particular entender y dar sentido a la celebración del Día de Muertos.
Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Ese otro mundo sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones que se convierten en culturas, todas de igual importancia, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos.

3. El culto a los muertos en otras culturas

En las culturas antiguas como la China y Egipcia el culto a los muertos es un símbolo de unidad familiar. Les rendían culto construyendo templos y pirámides.
En la cultura China por ejemplo, en los aniversarios, se quemaba incienso, se encendían candelas y colocaban ofrendas de alimentos sobre un altar. Eran los días en los que se recordaba las grandes deudas que se tenían con los antepasados.
Los antiguos egipcios creían que el individuo tenía dos espíritus. Cuando fallece, uno va al más allá y el segundo queda vagando en el espacio, por lo que tiene necesidad de comer. Consideraban que este espíritu vivía en el cuerpo que ellos cuidadosamente habían embalsamado, de esta manera el espíritu podía seguir existiendo. Este espíritu era quien recibía las ofrendas.

Los Aztecas Y El Culto A La Muerte
La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los muertos.
En la cultura Náhuatl se consideraba que el destino del hombre era perecer. Este concepto se detecta en los escritos que sobre esa época se tienen. Por ejemplo, existe un poema del rey y poeta Netzahualcóyotl (1391-1472): Somos mortales / todos habremos de irnos, / todos habremos de morir en la tierra... / Como una pintura, / todos iremos borrando. / Como una flor, / nos iremos secando / aquí sobre la tierra... / Meditadlo, señores águilas y tigres, / aunque fuerais de jade, / aunque fuerais de oro, / también allá iréis / al lugar de los descansos. / Tendremos que despertar, / nadie habrá de quedar.
Este sentimiento de la representación del destino se debe entender en el sentido de que el pueblo azteca se concebían como soldados del Sol, cuyos ritos contribuían a fortalecer al Sol-Tonatiuh en su combate divino contra las estrellas, símbolos del mal y de la noche o de la oscuridad. Los aztecas ofrecían sacrificios a sus dioses y, en justa retribución, éstos derramaban sobre la humanidad la luz o el día y la lluvia para hacer crecer la vida.
El culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la religión de los antiguos mexicanos. Creían que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor.
Esto salta a la vista en los símbolos que encontramos en su arquitectura, escultura y cerámicas, así como en los cantos poéticos donde se evidencia el dolor y la angustia que provoca el paso a la muerte, al Mictlán, lugar de los muertos o descarnados que esperan como destino más benigno los paraísos del Tlalocan.



[Atado de Caña]


[Mictlantecuhtli]


[Momia prehispánica]


Los aztecas dividían el tiempo en siglos de 52 años. Al final de cada ciclo, celebraban una ceremonia llamada "la atadura de los años". En la escultura, cada ciclo está representado por un "atado de cañas". Este atado esculpido en piedra simboliza el fin de un cliclo azteca.

Mictlantecuhtli era el dios de los muertos. Los que morían de muerte natural iban al "Mictlan"

Los habitantes de mesoamérica creían que después de morir, continuarían viviendo en otro modo. los muertos eran enterrados con toda case de objetos que pudieran serles útil en su viaje al Mictlan.

El sacrificio de muerte no es un propósito personal; la muerte se justifica en el bien colectivo, la continuidad de la creación; importa la salud del mundo y no entraña la salvación individual. Los muertos desaparecen para volver al mundo de las sombras, para fundirse al aire, al fuego y a la tierra; regresa a la esencia que anima el universo.
Los sacrificios humanos se consideran como el tributo que los pueblos vencedores pagaban a sus dioses, y ellos a su vez alimentaban la vida del universo y a su sociedad.
Por otro lado, cuando alguien moría, organizaban fiestas para ayudar al espíritu en su camino. Como en la antigua cultura egipcia, los antiguos mexicanos enterraban a sus muertos envueltos en un "petate", les ponían comida para cuando sintieran hambre, ya que su viaje por el Chignahuapan (del náhuatl: nueva apan, en el río; o "sobre los nueve ríos"), parecido al purgatorio, era muy difícil de transitar porque encontrarían lugares fríos y calurosos.

4. La celebración en la actualidad

Esta celebración conserva mucha de la influencia prehispánica del culto a los muertos, las encontramos en Tláhuac, Xochimilco y Mixquic, lugares cercanos a la ciudad de México. En el estado de Michoacán las ceremonias más importantes son las de los indios purépechas del famoso lago de Pátzcuaro, especialmente en la isla de Janitzio. Igualmente importantes son las ceremonias que se hacen en poblados del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y en Cuetzalán, Puebla.
Sobre sus altares encienden velas de cera, queman incienso en bracerillos de barro cocido, colocan imágenes cristianas: un crucifijo y la virgen de Guadalupe. Ponen retratos de sus seres fallecidos. En platos de barro cocido se colocan los alimentos, estos son productos que generalmente ahí se consumen, platillos propios de la región. Bebidas embriagantes o vasos con agua, jugos de frutas, panes de muerto, adornados con azúcar roja que simula la sangre. Galletas, frutas de horno y dulces hechos con calabaza.

Sentido Mexicano De La Muerte
En el México contemporáneo tenemos un sentimiento especial ante el fenómeno natural que es la muerte y el dolor que nos produce. La muerte es como un espejo que refleja la forma en que hemos vivido y nuestro arrepentimiento. Cuando la muerte llega, nos ilumina la vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo la vida, "dime como mueres y te diré como
eres".
Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión cristiana, se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección son los estadios del proceso que nos enseña la religión Cristiana. De acuerdo con el concepto prehispánico de la muerte, el sacrificio de la muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu es entregado a Dios (a los dioses) como la deuda contraída por habernos dado la vida.
Pero el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que cuenta.
Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte. La creencia de la muerte es el fin inevitable de un proceso natural. Lo vemos todos los días, las flores nacen y después mueren. Los animales nacen y después mueren. Nosotros nacemos, crecemos, nos reproducimos en nuestros hijos, después nos hacemos viejos y morimos. A menudo en un accidente perdemos a nuestros seres queridos, un amigo, un hijo o un hermano. Es un hecho que la muerte existe, pero nadie piensa en su propia muerte. En las culturas contemporáneas la "muerte" es una palabra que no se pronuncia. Los mexicanos tampoco pensamos en nuestra propia muerte, pero no le tenemos miedo porque la fe religiosa nos da la fuerza para reconocerla y porque quizas también somos un poco indiferentes a la vida, supongo que así es como nos justificamos.
El desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos. Es decir, que la muerte puede ser una venganza a la vida, porque nos libera de aquellas vanidades con las que vivimos y nos convierte, al final, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos.
Entonces la muerte se vuelve jocosa e irónica, la llamamos "calaca", "huesuda", "dentona", la "flaca", la "parca". Al hecho de morir de damos definiciones como "petatearse", "estirar la pata", "pelarse" morirse. Estas expresiones son permiten jugar y en tono de burla hacer refranes y versos.
En nuestros juegos está presente con las calaveritas de azúcar o recortes de papel, esqueletos coloridos, piñatas de esqueletos, títeres de esqueletos y cuando hacemos dibujos en caricaturas o historietas.

El altar para el difunto.
En algunos hogares de México es costumbre poner el altar de muertos.
Antiguamente se ponía en la sala de la casa, a la vista de los visitantes y amigos. Hoy en día los podemos encontrar en el área más íntima de la casa.
La ofrenda del día de muertos es la esperanza viva de convivir al menos por un día con quienes desde lejos, de un lugar muy lejano y remoto, se les permite regresar a la tierra, aquí, a esta tierra de sabores, olores, colores, sonidos y texturas... donde tienen que reaprender los sentidos y experiencias que ya no les son útiles, o al menos, compartir con nuestros elementos, aquellos que seguramente también tuvieron alguna vez como nosotros, y es nuestra forma, única posible conocida, de asegurar la comunión en la festividad.
Por eso el color amarillo de la flor de zempaxochitl, para que puedan verlo con su mínima vista, y es entonces el camino de flores la guía primera que conduce al convite en la casa, donde el altar espera su llegada. Y necesario es también reconocer el olor de la propia casa, para que se sientan a gusto, para que se identifiquen y puedan disfrutar la estancia en el lugar de sus recuerdos. Por eso se recurre al uso del somerio o incienso, que debe ser encendido desde la propia casa y fundir ambos olores, para luego ser llevado al exterior, y así evitar que se pierda en el camino que ha de traerle de vuelta al hogar. Se dice además que el olfato es el único de los sentidos que se utilizan en el más allá, y se desarrolla para facilitar el regreso guiado por el aroma de la propia vivienda.
Pero no es solo el recuerdo de los sentidos y la vida terrena lo que permite la comunión. Es también necesario recordarles el mundo tal y como ellos lo conocieron, el mundo que abandonaron, tan lleno de materia, tan sensorial.
Se requiere la presencia entonces de los cuatro elementos con los que todo está formado, en conjunción: Agua, tierra, viento y fuego. Ninguna ofrenda puede estar completa si falta alguno de estos elementos, y su representación simbólica es parte fundamental de la ofrenda.
El agua, fuente de vida, en un vaso para que al llegar puedan saciar su sed, después del largo camino recorrido. El pan, elaborado con los productos que da la tierra, para que puedan saciar su hambre. El viento, que mueve el papel picado y de colores que adorna y da alegría a la mesa. El fuego, que todo lo purifica, y es en forma de veladora como invocamos a nuestros difuntos al encenderla y decir su nombre.
Luego, presentar los manjares que se preparan especialmente es el ágape en mayor esplendor de toda la fiesta. Dependiendo de los recursos y la zona geográfica, rondan los tamales y los buñuelos, el café y el atole, los frijoles y las corundas, el mole y las enchiladas, comida que el difunto acostumbraba y "que no se te vaya a olvidar aquel guisado que tanto le gustaba a tu abuelo, ya ves que siempre se lo hemos puesto en su altar". Hay que servir los alimentos calientes, para que despidan más olor, y puedan así disfrutar del banquete.
No puede faltar la foto de la abuela, el sombrero del tío o la sonaja con la que el bebe no jugó. Calaveras de azúcar con los nombres de los convidados y calabaza en tacha, dulce típico de la época. Imágenes de santos, para que los acompañen y guíen por el buen camino de regreso.
Para los niños, dulces y fruta, para los adultos, cigarros y tequila. Para todos, la esperanza de tenerlos en la mesa una vez más, compartiendo un breve instante de tiempo, de nuestro tiempo como nosotros al fin lo conocemos...

5. La Calaca

La muerte no siempre es solemnidad, se juega con ella, "...se invita a la "calaca" para que sea nuestra burla con versos que satirizan a todo y a todos"
También nos la comemos en las calaveritas de azúcar que traen los nombres de las futuras víctimas, o bien saboreamos los huesos de la "pelona" sopeados en un espeso chocolate cuando comemos el pan de muertos. Las calaverias de azucar son las que se colocan en los altares, es común que en este día se hagan regalos de esta clase.
El Día de Muertos es una celebración anual de raíces prehispánicas y modalidad cristiana, que se lleva a cabo el día 2 de noviembre para conmemorar a los fieles difuntos. Aunque presenta múltiples manifestaciones según la región en que se practique, es muy común encontrar en los hogares mexicanos altares que permanecen varios días, adornados con papel picado y flores de cempasúchil, en los que se colocan, además de velas y veladoras, imágenes de santos o de difuntos y ofrendas consistentes en platillos típicos de la zona (tamales, moles, atoles y en general todos aquellos que prefirieron los difuntos). Esta tradición se basa en la creencia de que en esta época del año las "almas" de los muertos pueden visitar a sus parientes de este mundo; las luces de las veladoras hacen las veces de faros que guían a cada una hasta su altar respectivo, para que al llegar a éste pueda consumir lo que se les ha preparado.

Se cree que si se prueban los alimentos una vez que el "alma" ha visitado su altar, éstos carecen de olor o de sabor, debido a que el espíritu ha consumido su "esencia". A los panteones también se llevan alimentos, flores de cempasúchil y veladoras que se colocan sobre las tumbas, con el mismo sentido que en los altares domésticos.

A pesar de tener como base la celebración cristiana de Todos Santos y los Fieles Difuntos, esta tradición parece conservar elementos de las ceremonias indígenas de los meses ochpaniztli y teotleco, durante las cuales se ofrendaban a los manes flores de cempasúchil y tamales de maíz, en una época del año en que acaban de levantarse las cosechas: fines de octubre y principios de noviembre. Hoy, al igual que en tiempos prehispánicos, se lleva a cabo esta celebración de manera festiva, pues conlleva la idea de renovación de la fertilidad. Se concede cierta "libertad de carnaval", ostensible en muchas obras del arte popular, así como en las "calaveras" , pequeños versos satíricos en que los temas centrales son la política y los políticos, los personajes populares y los amigos, siempre acompañados por "la pelona", "la flaca" u otros epítetos de la muerte, que nunca aparece con un tinte macabro. Además, en esos días se consume "pan de muerto", hogazas de forma semiesférica adornadas con "huesos" y "lágrimas" de la misma pasta; dulce de calabaza y "calaveras" de azúcar que llevan nombres propios y son un regalo común.

Trabajo enviado por:
Maribel Gonzalez Campos
gonzalez1010[arroba]yahoo.com.mx

domingo, 14 de octubre de 2007

The Rede

REDE WICCA:

Conocida cómo el Consejo se Sabios.

1959, (The Meaning of witchcraft).,Gerald Gardner.
Primera Vez que apareció de manera más completa.


Seguir las leyes Wicca debemos,

En Perfecto Amor y Perfecta Confianza
Vivir y dejar vivir
Justamente dar y recibir
Tres veces el círculo haz de trazar
Para los espíritus malignos así echar
Siempre, al hechizo finalizar
Debe al decir el hechizo rimar
De toque gentil y suave mirada
mucho escucha, habla nada.
Ve en Deosil al crecer la Luna
Cantando de las Brujas la Runa
Widdershing al menguar la Luna
Cantando de desaparición la Runa
Si la luna es nueva, de la Señora
Dos veces la mano besaras ahora
Cuando en su cenit está la luna
Lo que desea tu corazón busca.
La ráfaga del Norte debes escuchar
Echar la llave, las velar bajar
Cuando del Sur el viento viene
El amor te besará en la boca
Cuando el viento sopla del Oeste
Las almas descarnadas no descansarán
Cuando el viento sopla del Este
Espera lo nuevo, arma la fiesta
Nueve maderas en el caldero van
Rápido y lento quemarlas deberás
El Saúco es el árbol de la Dama
No lo quemes, o maldito estarás
Cuando la Rueda comienza a girar
Arder los fuegos de Beltane debes dejar
Cuando a Yule ha girado la Rueda
Enciende el tronco y el Astado reina
Cuida tu Arbusto, árbol y Flor
Bendecidos por la Señora son.
Donde las ondas del agua van
Tira una piedra, sabrás la verdad
Cuando una verdadera necesidad tengas
A la codicia ajena no servirás
No pases tiempo con el tonto
Si no quieres ser considerado su amigo
Feliz encuentro, feliz partida
Abrigan el corazón, encienden mejillas
La ley de las tres veces debes recordar
Malo tres veces, bueno tres veces
Cuando la mala suerte te persiga
Una estrella azul en tu frente lleva
Siempre fiel en tu amor debes ser
o tu amor infiel te será
Siete palabras La Rede Wicca es:
Haz lo que quieras, a nadie dañes

domingo, 29 de julio de 2007

RELIGION MAYA


Religion

Los antiguos mayas, como la mayoría de otros pueblos de su tiempo, tenían una religión politeísta basada en los atributos de la naturaleza y el espacio, así un dios podía ser identificado con el agua, la tierra e incluso con la muerte.

Todas las creencias culturales de los mayas están fundamentadas en una concepción religiosa del mundo, ya que ‚este se concibe de origen divino y permeado por energías sagradas que determinan todo acontecer.

Para los Mayas el universo está constituido en tres grandes partes que son:

                        1. El Cielo


2. La Tierra


3. El Inframundo

En el cielo, dividido en trece estratos o niveles, residen los astros, que son los dioses Ixchel (la Luna) y Nohok Ek (Venus). El espacio celeste esta representado por Itzamná, el dragón que se representa como una serpiente emplumada de dos cabezas o un dragón.

Este dios, que es el supremo en la religión maya, simboliza la energía fecundante del cosmos, que infunde vida a todo el universo. La tierra es una plancha plana que flota sobre el agua; pero también se concibe como un gran cocodrilo o lagarto en cuyo dorso crece la vegetación.

Los mayas yucatecos la llamaron Chac Mumul Ain, <>. Quetzalcóatl o Kukulcán. El inframundo está dividido en nueve estratos; en el más profundo reside el dios de la muerte, Ah Puch, el "descarnado" o Kisin, "el hediondo" representados respectivamente como un esqueleto humano y/o un cuerpo corrupto.

El cosmos fue hecho para la habitación del hombre, y ha existido varias veces, pues cíclicamente es ordenado por los dioses y destruido por una catástrofe, después de la cual se renueva. La finalidad de las creaciones y destrucciones del cosmos es la evolución de los hombres; así en cada ‚poca cósmica aparecen mejores hombres, hasta culminar con el que está hecho de maíz que es el de la época actual.

Ese hombre es consciente y tiene la misión de venerar y alimentar a los dioses, para que ellos mantengan la vida del cosmos. Éstos conceptos religiosos fueron la base de un complejo ritual en cual alimentaban a los dioses por medio de ofrendas, que consistían en olores de flores, incienso, sabores de alimentos preparados, y sobre todo el espíritu de animales y de hombres que residían en la sangre y el corazón.

Los mayas practicaron varios tipos de sacrificio, como la decapitación, el flechamiento, la inmersión en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá y la extracción del corazón. Los autosacrificios y sacrificios se practicaban en las complejas ceremonias religiosas relacionadas con los periodos calendáricos, que incluían oraciones, procesiones, danzas, cantos, bailes y representaciones dramáticas. En las fiestas, los sacerdotes y nobles ingerían bebidas alcohólicas, que se consideraban sagradas, por preparar al espíritu para el contacto con los dioses.

LA CEREMONIA MAYA


La ceremonia maya es un medio para saturarse de energía positiva, para limpiarse de energías negativas, y para pedir bienestar, salud, trabajo y sabiduría en momentos difíciles de la existencia.

La civilización maya y sus ceremonias

La ceremonia maya, constituye un elemento fundamental de la identidad cultural maya, es una practica de religiosidad y la espiritualidad de los mayas, es una actividad sagrada a través de la cual el ser humano busca acercarse para tener contacto y comunicación con el Ser Supremo, el Creador del Cielo y de la Tierra.

Se lleva a cabo con objetivos muy concretos, ya sea para inaugurar y celebrar fechas importantes, rendir ofrendas como muestra de agradecimiento, para pedir bienestar, salud, trabajo y sabiduría en momentos difíciles de la existencia. Para saturarse de energía positiva, para limpiarse de energías negativas, etc.

Esta actividad religiosa es practicada en los denominados centros ceremoniales o “ALTARES MAYAS” que han sido edificados como lugares sagrados tales como los cerros y otros lugares considerados vestigios de los antiguos mayas.

Pero en realidad puede ser cualquier sitio porque la naturaleza se considera como sagrada dentro de la cosmovisión maya, por ello, cuando una persona así lo requiere, también puede celebrarse en lugares específicos como la casa, en el local de instituciones, en los sembrados, etc.

La celebración de una Ceremonia Maya, cualquiera que sea el motivo, es dirigida por un sacerdote maya o sacerdotisa maya, que es el guía espiritual o ajq ij, quien define la fecha más adecuada para llevarla a cabo tomando en cuenta el cargador o energía del día, para ello consulta el calendario maya sagrado.

El ajq ij se encarga de recomendar los materiales a utilizar y las ofrendas a presentar en el ceremonia; las condiciones físicas, emocionales y espirituales en que las personas deben asistir a la actividad también son determinantes para que el ofrecimiento sea bien aceptado.

Uno de los elementos fundamentales en toda ceremonia maya es el fuego que se desprende del incienso, el copal, el azúcar, las candelas de colores, flores y muchos otros materiales que se queman durante la ceremonia a través de la llama que se desprende de él, su color intenso, su volumen, su dirección, su duración y las chispas, los abuelos y el Ser Supremo se manifiestan y se comunican con el guía espiritual.

De esa forma ese guía se convierte como el interprete para transmitir la situación actual y el devenir de las personas, comunidades o instituciones a través de tiempo recomendando al mismo tiempo inteligencia, prudencia, y constancia para afrontar de la mejor manera los problemas del presente y del futuro.

Ceremonias Mayas

Ceremonia Maya en Xel-Hà (2a Parte)

sábado, 28 de julio de 2007

Xel-Hà, Ceremonia Maya (1a Parte)

Otros Instrumentos que pueden estar presentes en un ritual



Espada o daga, caldero de hierro colado de color negro, según la tradición (con asas mejor), aunque puede ser de otros materiales, (nunca estaño o latón), báculos o cayados, regalos del bosque, de ramas de árbol, o varitas lo mas rectas posibles. Diademas célticas y brazaletes, Vasijas de cerámica, o madera, piedra, cristal o plata, incensario, aromatizador o braserillo, antorchas o símiles, piedras o cristales, talismanes célticos triskeles o espirales que se lucirán en el pecho a modo de talismán y para simbolizar nuestras profundas creencias.

Atuendos: Túnicas con o sin capucha según la variante del seguidor druídico: blanca, azul o verde. Algunas órdenes druídicas adoptan normalmente el blanco, confeccionando sus prendas con materiales no sintéticos.

5.Los Cuartos del Círculo Druídico


Con referencia a estos arquetipos y símbolos es, como en la ceremonia druídica se establecen los cuartos en la zona del círculo ritual. En párrafos anteriores se ha mencionado como establecer los puntos cardinales, ayudados por una brújula. Y ahora citamos a los cuartos de nuevo, pues estos, antaño correspondían a funciones dentro de la Tribu misma, relacionados con direcciones telúricas, con ciudades míticas, tesoros épicos a modo de talismanes y druidas legendarios.

La primera función es atribuida al Conocimiento, llamado “Fios”, su dirección telúrica es el Oeste, su Ciudad mítica es Gorias, la ciudad que brilla como el fuego, “Fortaleza Ardiente” el maestro legendario druida que procede de esta ciudad es Urias(Esars), y el Tesoro épico es la Lanza de Lugh. La Jabalina Luminosa que desvanece la oscuridad. Un símbolo del conocimiento .

La segunda función es atribuida a la Batalla, llamada “Cath”, su dirección telúrica es el Norte, su Ciudad mítica
relacionada es Findias o Finnias, la ciudad de los Dannan que tiene la inmutabilidad del metal inquebrantable,” Fortaleza Blanca con belleza de nube”, el maestro druida legendario que procede de esta ciudad es Arias(Usicias) y el tesoro épico que procede de la misma ciudad es la Espada del rey de los Tuatha dé Dannan; Nuadha. Espada que simboliza el valor, el coraje en la batalla y alegoriza la fortaleza del ánimo en nuestros combates y conflictos interiores y su triunfo final. El brío en nuestra lucha diaria para acometer nuevos retos personales.

La tercera función es atribuida a la Prosperidad, llamada “Bláth”, su correspondencia telúrica es el Este, la Ciudad Mítica relacionada es Murias, ”Fortaleza del Mar” la ciudad que tiene la quietud de las aguas profundas, el maestro druida legendario es Sénias(Sémias) y el tesoro épico y emblemático que procede de la misma ciudad es el Caldero, del Dios creador del Draoicht, (pronunciado Drikt); El gigantesco y ciclópeo Dagdha. Caldero nunca seco, que nadie que se acerque a él, queda insatisfecho, un caldero de la fertilidad, en cuyo interior oscuro, bulle la vida.

La cuarta función es atribuida a la Canción, llamada “Séis”, su correspondencia telúrica es el Sur, la ciudad mítica relacionada es Fálias, “La Fortaleza de la Estrella” la ciudad que brilla como el fuego, el maestro druida legendario que procede de esta ciudad es Morias (Morfesa), y el tesoro y talismán que procede de la misma ciudad es la famosa piedra “Lia Fáil”, la que solía gritar en la coronación de los reyes celtas de Irlanda.

(Los nombres de los druidas mencionados entre paréntesis, son los que aparecen en el “Libro de las Invasiones” o “Leabhar Ghabhála Erínn”, los mencionados antes del paréntesis son otros nombres que investigadores de lo céltico, les dan. Sin embargo, tanto unos como otros, aparecen postreramente, en épocas cristianas y no son reflejos exactos de tiempos paganos. Aunque, se pueden relacionar hoy, perfectamente con el espacio sagrado.

Y en relación con estas divisiones de las funciones celtas en Irlanda hallamos cuatro condados.

1/ Connaugth, al oeste, en correspondencia con la ciencia o conocimiento

2/ Ulster, al norte, afín con la batalla.

3/ Leinster, al este, enlazado con la prosperidad;

4/ Munster, al sur, en conexión con la música o canción.

Las cuatro circundan el condado medular de Mide (Meath), referente a la soberanía, condado del “medio” constituida por prominencia de una superficie de territorio sobre los otros y donde está emplazada la capital de la Keltia gaélica: Tara.

Como se ha apuntado anteriormente, los rituales druídicos en los que estuvieran presentes los 4 elementos que los griegos referían como soberanos, en la primera época, parecen más que improbables, posteriormente se hace alguna referencia sutil, en tiempos de la Edad Media. El sistema simbólico de los druidas representa atribuciones diferentes, articuladas en la concepción de la Tribu y de la Tierra, tal y como se han explicado, máxime si tenemos en cuenta que un círculo ceremonial druídico, es una especie de micro-mundo tribal, con sus funciones y sus miembros humanos.

Todo y así, podemos encontrar una correspondencia de los 4 elementos con los puntos cardinales y tesoros míticos. Con este sincretismo específico, no pretendemos invalidar lo expuesto hasta ahora, sino facilitar la adaptación de aquellas personas que desean integrarse en nuestra espiritualidad, pero que procedentes de otros ritos litúrgicos, se hallan habituados a festejar los 4 elementos. Elementos, por otra parte, que al seguidor/a druídico/a no le resultan tan impropios o ajenos, como a otros/as seguidores/as de variantes paganas, nuestras atribuciones.

En cualquier caso, si adoptamos los 4 elementos como los cuartos del círculo, y en correspondencia con los puntos cardinales, es preciso hacerlo con coherencia.

Ya que fijamos elementos, sería interesante hacerlo atendiendo a sus manifestaciones físicas naturales, comprobando por nosotros mismos donde se hallan.

Si estamos en la parte Austral de Suramérica, sería falto de lógica atribuir el calor a este punto geográfico, puesto que hallamos hielo y frío. Si estamos en el litoral este de España, no sería muy coherente atribuir este punto al Aire, cuando el Mar Mediterráneo, baña esas costas. Pienso que adaptarnos a nuestro lugar de ceremonia, es básico en nuestra espiritualidad, pues ya sabemos que celtas y druidas buscaban una conexión con lo natural. De la misma forma, carece de sentido, celebrar Alban Arthan o solsticio de invierno en el diciembre gregoriano, en un país como Argentina que, justamente en ese mes tiene su verano.

Pienso que ya que buscamos una relación con los elementos, se impone un poco de sentido común, de esta manera, además, se crea un vínculo mucho más real y efectivo. Pues nuestros rituales son parte de una creencia actual, vigente y viva. No estamos rememorando con nostalgia unos ritos que hicieron otros druidas antaño, a modo de recreación histórica o pseudo histórica, casi como una representación teatral.

El druidismo, es consecuente con lo que cree y practica. Ya que hablamos, no pocas veces de la búsqueda del equilibrio entre la parte emocional del cerebro y la parte racional, es justamente en este equilibrio y usando esa parte racional para la emotividad de nuestras ceremonias, la que nos lleva en pensar, lo acertado de adaptar ciertos aspectos o atribuciones dentro de la ceremonia al medio, en el cual la celebramos. No nos limitamos a recordar aquello que fue o pudo ser, sino a integrarlo en nuestra forma de entender la vida, en nuestras creencias y ritos, en nuestro presente y en nuestro lugar. Ya los druidas de antes y el pueblo donde se desarrolló, no pocas veces se adaptaron al medio y al entorno. Y no puedo imaginarme a un druida llegado a las costas de Chile, por los avatares que se quieran, celebrando un solsticio de invierno, con arbolito incluido si se quiere, en pleno verano.

A tal efecto, si confeccionamos un altar, sería natural simbolizar los referidos elementos con Velas de cera virgen de abeja colocadas sobre éste, en sus extremos. Las cuales al encenderse con nuestra mano principal, y para estar en consonancia con el medio, sería adecuado hacerlo con cerillas o fósforos de madera, otra vela encendida previamente, mechas textiles o símiles, y no con mecheros plásticos etc. Cuando deban apagarse, no deberán serlo mediante un soplido, se pueden dejar que se consuman, que se apaguen solas, con un apagador de velas, empleando nuestros dedos de la mano no principal o cualquier cosa respetable. Si se sopla además del riesgo de esparcir la cera líquida y enguarrarlo todo, se está agrediendo tanto lo que simboliza por sí misma, como al elemento aire que le otorga vida. Puesto que, la vela en llamarada vivaz, reacciona si se la sopla o se la avienta, siempre responde, resplandece más o titila, se entona o quebranta, al entrar en contacto con el viento y con el aliento humano, nos prueba. Su hálito y aura, sin embargo, es quietud, una respetuosa demora, un silencio fraterno, una tertulia simbólica participativa. No deberíamos forzarla al apagarla, para que las energías en ella concentradas no se aparten de nosotros. Las velas, es lógico, simbolizan el elemento Fuego.

También, siguiendo nuestras alegorías de los elementos podemos presentar un recipiente no metálico que contenga agua de fuente o mineral que aludiría al elemento Agua.

Un recipiente con tierra o sal, “la mágica arena blanca” que se atribuirá a las fuerzas telúricas de la Tierra. Y vapores, sahumerios o inciensos que representarán al elemento Aire. Es sabido, que el incienso no era conocido en las primeras épocas de los druidas, pero disponían para sus rituales de otras substancias aromáticas de origen vegetal, utilizadas bajo la forma de vahos o vapores.

Diferente ocurre en este tema, si en vez de contemplar los cuartos como elementos, nos fijamos en las simbologías de las funciones tribales celtas, en los tesoros míticos, en las ciudades divinas legendarias o en la alegoría de los animales totémicos etc. Si contemplamos y preferimos éstos al concepto sobre los elementos que nos legaron los clásicos griegos, pienso que es más acertado mantener la tradicional disposición geográfica, por pertenecer más al ámbito sentimental y de cohesión de la tribu, que al de la acomodación al hábitat con sus elementos.

En referencia a los tesoros míticos, ya sabemos cuales son: la lanza, la espada, el caldero y la piedra. En referencia a los animales totémicos básicos también los conocemos: Jabalí, Ciervo, Águila y Salmón

Siguiendo estos pasos y una vez todo está dispuesto y establecido. Podemos comenzar, invocando esos cuartos, con salutaciones como las que siguen, previas al culto ceremonial en sí, que después seguirán con unas secuencias distintas, según la celebración de la que se trate:

Mirando hacia el Este:

Ejemplo de Invocación druídica:

Invoco a las fuerzas del Este, dirigiéndome hacia Murias, la Fortaleza del Mar, morada de El Dagda, señor de la Prosperidad, Protector del Caldero, Tutor del Salmón y de todas sus fuentes y manantiales.

En esta invocación, obsérvese que hacemos alusión a la Función asociada con el Este, a la Ciudad Mítica, al Talismán Sagrado y al Dios custodio que lo trajo.

Ejemplo de Invocación sincrética: (Consideramos, el elemento agua, el animal totémico celta irlandés y a la diosa celta galesa célebre por su Caldero).

“Con la bendición del salmón de la sabiduría, que vive en las sagradas aguas del pozo, yo invoco a las fuerzas del Este. Os doy la bienvenida a este círculo espíritus del Este”. ¡Bendice oh, Kerridwen! A nosotros criaturas del Agua, los que mantenemos viva tu memoria y recuerdo. Qué siempre podamos recordar las aguas del renacimiento.

Girando o yendo hacia el punto del Sur:

Ejemplo de Invocación druídica:

Invoco a las fuerzas del Sur, dirigiendo mi palabra hacia Fálias, La Fortaleza de la Estrella, morada de la Gran Madre Dana, Protectora de la Piedra, Madre del Jabalí y de todas las esencias profundas.

Ejemplo de Invocación sincrética:

“Con la bendición del Gran Ciervo, que trota por los sagrados bosques, invoco a los poderes del Sur. ¡Espíritus del Sur, os doy la bienvenida a este círculo!”.

“¡Bendice o Lugh!, el brillante, a nosotros criaturas del fuego, que te veneramos en todos los sagrados fuegos de nuestros hogares, en cada alborada cuando tus rayos alimentan nuestros corazones, en el fuego de la vida que danza en las almas de todas las formas de vida creadas”. Que siempre podamos recordar el fuego de la purificación.

Mirando, girando o yendo hacia el punto del Oeste:

Ejemplo de Invocación druídica:

Invoco a las fuerzas del Oeste, dirigiendo mi voz hacia Gorias, La Fortaleza Ardiente, morada del Maestro de todas las Artes, Guardián de la Lanza, Tutor del Ciervo y de toda Iluminación.

Ejemplo de Invocación sincrética:

“Con la bendición del águila que vuela en el puro y claro aire, yo invoco a los poderes del Oeste. ¡Espíritus del Oeste, os doy la bienvenida a este círculo!”

“Bendice Daghda, Gran Padre, a nosotros criaturas del Aire, los que siempre recordamos tu soplo divino sobre todas las cosas, para que siempre escuchemos los vientos y brisas del espíritu que nos traen las voces y murmullos de los antepasados llenos de sabiduría.

Girando o yendo hacia el punto del Norte:

Ejemplo de Invocación druídica:

Invoco a las Fuerzas del Norte, dirigiendo mi corazón hacia Finnias, la Fortaleza Blanca con belleza de Nube, cuna del Señor de las Batallas, Guardián de la Espada, Tutor del Águila y de todos los Vientos que se esparcen por la Tierra.

Ejemplo de Invocación sincrética:

Con la bendición de la Gran Osa del cielo y de lo profundo de la fecunda tierra, invoco a las fuerzas del Norte. ¡Espíritus del Norte, os doy la bienvenida a este círculo!”.

¡Bendice Gran Madre Dana!, A nosotros, criaturas de la tierra y de tu tribu, los que siempre mantenemos viva tus enseñanzas, con la misma entereza que nuestros antepasados. Que podamos siempre recordar la Amada Tierra que nos da alimento.

Y Finalmente:

Consagro este circulo de fuerza a los antiguos dioses para que en él puedan manifestarse y bendecirnos.

Abriendo el círculo

Una vez concluido el ritual según la ceremonia que estemos celebrando y festejando, debemos proceder a deshacer el circulo establecido.

Ejemplos de Invocaciones comunes

Dirigiéndonos hacia el Norte:” Espíritus del Norte, (o espíritus de la Tierra), os damos gracias por los dones de fuerza y de firmeza que nos habéis aportado. Gracias por estar en este círculo, por estar con nosotros. Que estos dones permanezcan con nosotros al volver al mundo aparente”.

Todos dicen : “¡Os saludamos y damos gracias!”

Dirigiéndonos hacia el oeste. “Espíritus del oeste, ( espíritus del viento y del aire transparente), os damos gracias por los dones de claridad y visión lejana que habéis aportado. Gracias por estar en este círculo, por estar con nosotros. Que estos dones permanezcan con nosotros al volver al mundo aparente”.

Todos dicen: “¡Os saludamos y damos gracias!”

Dirigiéndonos hacia el Sur: “Espíritus del Sur, (espíritus del fuego), os damos gracias por los dones de pasión y energía que habéis aportado a este circulo. Gracias por estar aquí, por estar con nosotros. Que estos dones permanezcan con nosotros al volver al mundo aparente”.

Todos dicen: “¡Os saludamos y damos gracias!”

Dirigiéndonos hacia el Este: “Espíritus del este, (o espíritu del agua), caldero, salmón de la sabiduría os damos gracias por los dones de la profunda sabiduría y del libre fluir que habéis aportado a este círculo. Gracias por estar aquí, por estar con nosotros. Que estos dones permanezcan con nosotros al volver al mundo aparente”.

Todos dicen: “¡Os saludamos y damos gracias!”

Druida / druidesa dice: “¡Espíritu de este lugar, te damos gracias por tus bendiciones!. Os saludamos antepasados, os saludamos dioses de lo antiguo, por vuestra presencia, vuestra orientación y vuestra inspiración. ¡Que todos estos dones permanezcan en nosotros! Os saludamos

Todos : ¡Os saludamos

Druida / druidesa dice: “Abramos el circulo para que todas estas bendiciones sean compartidas por todo el mundo”( Se traza el circulo en sentido contra-horario)

Druida / druidesa dice: “El rito ha finalizado en paz, como en paz se ha iniciado. Que las bendiciones de vuestros antepasados y la influencia de los antiguos dioses vaya con todos nosotros para alimentarnos, fortalecernos y mantenernos cuando hayamos dejado este lugar”.

Todos :”¡Que así sea!”

Los cuartos del círculo en la invocación sincrética han sido adaptados, a la costa este de España. Quien desee trazar su mapa personal adaptado al lugar donde viva, que observe donde tiene el agua, si al este, oeste, sur o Norte, de igual manera para el calor si está al Sur o Norte.

Todas las invocaciones son simples ejemplos, cada cual pueda hacer las suyas, adaptando, respetando y honrando los elementos de la Tradición. Son sencillas proposiciones flexibles.



4.Prosiguiendo con el círculo y su altar,


Tras este lapso,quizá
Pienso que el altar, que puede ser acertado en nuestros ritos, obtiene sus elementos, más que decorativos, simbólicos, de plantas o ramas u hojas que hayamos encontrado, también minerales o piedras que sin pulir, tal y como se encuentran en su estado natural, pues son excelentes conductoras de energía. Y tal y como decían nuestros hermanos espirituales de antaño, mencionaré que “si tomas una piedra del bosque, no lo hagas solo con la mano, tómala también con el corazón y la sentiremos en nuestra alma”. Si el altar está muy lleno, éste puede ser una distracción y un obstáculo mas que un soporte para nuestra práctica. El altar debe ser fuente de calma, energía centrada hacia nosotros. Se pueden igualmente colocar velas, candelas o antorchas para facilitar la visión tanto del altar, como del área del círculo, si es preciso.

Se sabe que los antiguos druidas, instruían y realizaban ciertos rituales junto a sus discípulos en el interior de cuevas que iluminaban. Utilizaban en dicha iluminación, como resultará obvio suponer, el fuego. No sólo antorchas, teas, u hogueras cuando sus rituales eran al aire libre, sino también velas, al parecer de cera virgen de abeja, (no de cera de abeja virgen, que no es lo mismo), sin blanquear. O cuando los bardos buscando la inspiración de La Awen, se recluían en lugares aislados, chozas, cabañas, cuevas etc., sin ventanas, para impedir la entrada al ruido o a la luz del día. La única Luz que solían tener era la de la iluminación de la Awen y aquella tenue que proporcionaban las llamas de las velas de cera. A mí, tampoco, me cabe duda, la luz de una vela es embriagadora, cautiva, hipnotiza y ayuda a que acuda la Awen. Esto último lo afirmo, como bardo.

Se ha de mencionar, que todo objeto utilizado en un ritual druídico es un elemento que posee sus cualidades propias y su simbología. Estos objetos, son herramientas y arquetipos valiosos, pues la percepción de una imagen, activa todo nuestro ser. Impulsa a la mente, en su forma racional o emotiva, a la evocación memorística de nuestra herencia espiritual, a la imaginación en los planos intuitivos y en el orbe de los deseos, incluida la afectividad. Es decir, involucra todo nuestro Ser, tanto al plano consciente como al inconsciente. Así comprendemos que la apreciación alegórica del símbolo, descubre las profundidades de nuestro Ser, a través del objeto que nos estimula y expande nuestro autentico Yo. Simbolizar es lo consecuente en el ser humano, es lo más claramente perceptible, lo más testimonial o útil; e incluso es el principio por el que se manifiestan las esencias inconscientes hacia el plano consciente, gracias a una sucesión de evocaciones, reminiscencias, sentimientos y otras metáforas. El símbolo lo utilizamos frecuentemente en nuestras vidas. Y en el ritual, tampoco podría ser de otra manera. Es necesario, para activar nuevos pensamientos, para encarnarlos de la manera más adecuada. Sirven para desplegarse hacia nuevas dimensiones, para proyectar la mente y el espíritu hacia lo infinito, y librarnos de limitaciones físicas que nos restringen. Cualquier símbolo debería ser un elemento encaminado hacia una realización propia de crecimiento interior, y ser también un manantial de conocimiento, ya que combina los diferentes niveles de nuestras mentes. El símbolo y el arquetipo es el lenguaje que también utiliza el espíritu a través de la mente y el cuerpo como medio de comunicación en el ritual druídico. Con ellos nuestra magia interior se concentra, y facilita que ésta entre en contacto con nuestro sub-consciente para ayudarle a realizar, entender e involucrarse íntimamente con la ceremonia.

3.Preparación ritual

Los requisitos de preparación, que también se inscriben en el marco de los rituales personales, para la realización de una ceremonia no son realmente difíciles, pero aunque son voluntarios, deberían ser un esfuerzo y aliento por conseguirlos para lograr mantener la energía y fortaleza del círculo. Aquellas personas que no sean capaces de atenerse a ninguno de estos mínimos requisitos, tampoco, pienso, deben tener ningún mínimo interés en integrarse en cualquier ceremonia druídica.

No toméis lo expuesto como dogmas, sino como consejos para facilitar una conexión óptima con el entorno.
El número de personas que pienso, se requiere como mínimo para realizar una conmemoración, es de cuatro. Menor número de personas, me parece una reunión de tres o menos amigos que no van a poder efectuar una ceremonia como tal con eficiencia en el medio silvestre. Aunque ciertamente, se puede hacer cualquier ritual individual o de más individuos en la privacidad del hogar, pero con otras connotaciones más íntimas. También son factibles, los rituales personales e íntimos con diversos fines espirituales o vitales, tanto en el bosque como en nuestra vivienda u otro paraje, pero con vínculos y desenlaces diferentes a los cultos ceremoniales.

Además de las cuestiones por eficiencia, el número cuatro tiene muchas connotaciones místicas, druídicas y célticas.

Cuatro son las fases de la luna: Llena, Menguante, Nueva y Creciente.

Cuatro son los animales primarios totémicos: Jabalí, Ciervo, Águila y Salmón

Cuatro son las edades del Hombre: Infancia, Juventud, Madurez y Vejez.

Cuatro son los tesoros míticos de los celtas: La Lanza de Lugh, la Espada de Nuada, el Caldero de El Dagda y la Piedra Lia Fáil.

Cuatro son las ciudades míticas de los celtas: Gorias, Finnias, Murias y Fálias

Cuatro son los maestros druidas legendarios: Morias, Sénias, Urias y Arias

Cuatro son los puntos cardinales básicos: Norte, Sur, Este y Oeste.

Cuatro son las festividades Mayores druídicas: Samhain, Imbolc, Beltane y Lughnasadh

Y Cuatro son las festividades Menores druídicas: Alban Arthan(Yule). Alban Eilir, (Ostara), Alban Heruin (Coamhain) y Alban Elfed (Mabón)

No citaré, los consabidos 4 elementos; tierra, aire, fuego y agua, porque realmente la Teoría de la existencia de un principio permanente origen de todo, más conocida como la "Teoría de los 4 elementos", fue formulada por 4 filósofos de la Antigua Grecia: Tales, Anaxímenes, Heráclito, y más tarde Empédocles. Años más tarde esta teoría fue aprobada por otro filósofo de la Cultura Helénica como fue Aristóteles y gracias a él ha pervivido tantos siglos. Sin embargo, entre los druidas, a pesar de tomarlo en cuenta en sus rituales y asociaciones a la vida, a la muerte, a la purificación con las conocidas hogueras ceremoniales, a la transmutación, no lo consideraban un elemento raíz, pues debe su existencia a la acción del oxígeno u otro gas, que pertenecen al simbolismo místico del elemento Aire. Como sabemos hoy, a un nivel mundano y físico, el fuego es una reacción de oxidación de material combustible acompañada de una liberación de energía. El oxígeno u otro gas, el calor provocado y el combustible en proporciones propias crean el fuego y si uno de estos elementos faltara o fallara, éste no existiría.

Por otra parte los otros 3 elementos: Agua, Tierra y Aire no eran vistos como manifestaciones exclusivamente de lo físico, sino como formas de entender la vida. La comprensión de sus propias existencias pasaba por la integración con La Tierra, el Agua y el Aire y todo cuanto en ellos había y existía. Así pues, al fuego, al “Tan” en una de las lenguas celtas, lo consideraban como un soplo sagrado, un poder y un arquetipo. Así pues no existen evidencias que avalen remotas teorías sobre los 4 elementos en los rituales druídicos. Sin embargo, en la posterior restauración medieval de estos ritos, se encuentra alguna tenue correspondencia.

No obstante, el simbolismo del fuego es sumamente arcaico, estaba ya grabado en la mente de nuestros druidas como luz que se fraguaba en lo etéreo y se proyectaba en el aspecto de centellas y relámpagos o de los rayos vivificantes del sol.

Nuestro antepasado celta conectaba el fuego celeste con sus mismos dioses y al fuego subterráneo como una entidad con precisas expresiones, ambas de origen divino, simbolizando, por otra parte, también al eje del mundo que une lo terrenal con lo etéreo.

El fuego tiene un profundo sentido de tipo místico-espiritual. En el druidismo, es un símbolo vivo que se crea consciente e inconscientemente. Ya los druidas empleaban el rayo de luz solar para encender, en no pocas veces el fuego de sus altares, lo ejecutaban concentrando el rayo sobre un cristal apropiadamente tallado y engarzado, para atraer el fuego divino desde el firmamento hasta el santuario. El fuego es el componente que simboliza la iluminación personal, pero también la transmutación universal, es el que se eleva hacia el cielo y a sí mismo se sublima, es el que contribuye al Gran Plan Cósmico, es el que transmutado otorga nuevas modalidades de energía y progreso, si es sostenible y adecuado, para la Humanidad. El fuego, es también el atributo de la metamorfosis espiritual incitando a la meditación y al auto conocimiento, sabedor de las certezas y verdades custodiadas recónditamente en el inconsciente humano.

Y, además, es un elemento que el humano descubrió por sí mismo y que también puede originar por él mismo. Lo cual permite que desde épocas remotas y gracias también a ello, pueda sentirse parte de la Divinidad.

Siguiendo con la cuestión numérica sobre los miembros de un círculo druídico, de igual manera, pienso, que el número máximo de asistentes a cualquier ritual, es muy variable, dependiendo de la estructura y posibilidades del círculo como agrupación, Pero “a priori”, pienso que trece es un buen número, sin que necesariamente deba ser estricto.

Por otra parte, el número 13, también tienes sus propias connotaciones místico-espirituales y célticas.

Trece son las lunaciones que tiene nuestro ciclo espiritual.

Trece son los árboles del calendario druídico que encontramos o intuimos en el Ogham.

Ciertamente el número de participantes máximo por el cual un círculo deja de ser efectivo depende de muchos factores, como puede ser incluso la fraternidad alcanzada entre todos sus componentes. Un círculo sin estos vínculos afectuosos o con lazos frágiles entre los integrantes, o con conflictos personales, desequilibra la armonía y debilita el resultado que puede conseguir el círculo como un Todo.

El círculo debería tener un portavoz o dos, a modo de oficiantes en el tema del ritual, preferentemente de ambas polaridades humanas, es decir, femenino y masculino. Si dichos oficiantes son druidas/druidesas reconocidos sería lo más deseable.

Hay ciertos grupos paganos que no realizan sus rituales o otras actividades con personas de los dos sexos. En mi postura personal, opino que es un desacierto, que no ocurre en los círculos de orientación druídica. Las dos polaridades que se expresan físicamente en la especie humana, con sus fuerzas, energías, potencias, virtudes y singularidades varias, no son contradictorias, ni se repelen una a la otra, sino que se yuxtaponen y combinan. Tal y como sucedía antaño en la celebración de Imbolc, donde se veneraba a la mujer y los hombres aprendían de ellas, estableciendo una vez más contacto con su polaridad femenina. O como ocurría en la festividad de Lughnasadh, donde eran las mujeres las que admiraban a los hombres, aprendiendo de ellos y se armonizaban con su polaridad masculina. Los celtas en general, eran conscientes de la necesidad del equilibrio interno entre los polos masculino y femenino, si ambos permanecían en concordia en el interior de cada ser humano.

Por ello nosotros apoyamos que en momentos de meditación grupal, la intercalación de personas de uno y otro sexo, unidos por sus manos, para dar mayor cohesión al círculo y más fuerza energética, justo por la combinación de las potencialidades de ambos sexos humanos.

La unión justamente por las manos, y no por los brazos por ejemplo, en momentos de meditación grupal, tampoco es un capricho, pues éstas son unas de los más importantes partes del cuerpo, junto con los pies, que absorben la energía tanto la que otros seres nos transmiten, como la que se impulsa desde nuestras extremidades y otros entes captan, sean estos, animales, humanos o no, vegetales o minerales. También, al igual que las plantas de los pies, tienen una serie de terminaciones nerviosas y cauces por donde fluye la energía de nuestro cuerpo. Es evidente que intentar esta conexión por y con los pies al desnudo, es algo más complicado, por lo que mediante las manos nos parece lo más acertado.

Al crear nuestro espacio ritual o Nemetón, con apariencia de círculo, si este es trazado o dibujado, puede realizarse dicho perfil con una rama o cayado de roble o cualquier otro árbol. Digo, “si éste es trazado”, porque puede darse que hallemos un lugar tan idóneo, que el claro del bosque conforme ya por sí solo un círculo que se adapte a una medidas convenientes para nuestro grupo, en cuyo caso no será necesario trazarlo. En la antigüedad, no se delineaban círculos; el claro “per se”, era el círculo.

No es necesario indicar, que si no tenemos ya un cayado, concedido o asignado, no deberemos arrancarlo o cortarlo de su natural tenedor. Se impone que éste debe ser otorgado y regalado por el bosque.

La delineación del círculo puede realizarse igualmente con una espada o lanza, representativas ambas de dos de los tesoros de los Tuatha dé Danann.

Este círculo puede diseñarse también con montones o pilas de piedras más o menos menudas, sin embargo, esto implica un mayor esfuerzo tanto en tiempo como en lo físico. Si lo hacemos de esta manera, como obsequio a nuestros esmeros, sentiremos una intensa y positiva energía, pues las piedras llevan consigo toda la fuerza de todos los tiempos, de la naturaleza.

El círculo se proyecta en sentido horario o del sol, es decir, en “deosil”. La palabra “Deaseil”, no significa otra cosa, que “el sentido en el que camina el Sol”, empezando y acabando por el Este, tal y como hacían nuestros ancestros. Ellos denominaban “deisel” “a la manera de la mano derecha”.

El círculo puede trazarse con unas medidas mínimas aconsejables. En el caso de haber cuatro personas en ceremonia, el mínimo diámetro recomendable es 2 metros. Al ser solo cuatro personas, con más diámetro circular se pierde calor humano. Con menos trazo, interferimos unos con otros.

Para establecer los puntos cardinales del círculo, si no conocemos la orientación, es preciso utilizar una brújula. La circunferencia es símbolo, además, del infinito y de la eternidad, pues no tiene principio ni fin,

Si se establece un altar, este debe estar orientado hacia la salida del Sol, es decir, hacia el Este, como nuestros ancestros hacían, ofreciendo homenaje al despunte de la energía renovadora.

El altar puede ser una piedra o roca, de adecuadas dimensiones y estable. Puede ser un tablero sobre caballetes, ambos, de madera, sin elementos artificiales. Incluso puede ser la misma Tierra que pisamos, sobre un área específica que señalaremos para tal efecto con algún tejido, tela o paño de algún color armonizado con la estación que celebramos el ritual. Si el bosque está verde, verde podría ser el color apropiado, si está blanco por la caída de la nieve, blanco sería el color adecuado, si está rojizo o amarillento por la inminente caída de la hoja etc., estos merecerían ser los colores aplicados. Si aún y así mantenemos dudas sobre el color conveniente, sería aconsejable como fórmula general, obtener un paño o lienzo blanco de algún tejido no sintético, preferentemente de origen vegetal como algodón, lino, hilo, yute, ramio, sisal etc. y libres de tintes químicos.

La cuestión de la concordancia con el colorido natural del bosque, no tiene nada que ver con la superstición, el capricho o la falacia, sino muy al contrario. Un bosque constituye una Totalidad tupida, concentrada, coherente y armónica de plantas, arbustos, árboles, rocas, ríos o riachuelos etc. Todos ellos exteriorizan su estado, forma, modo y especialmente su energía. Con un proceder comprensible para la mente humana, nuestros ojos traducen ese estado, forma o modo de condensación energética, porque no vibra lo suficientemente rápido, presentándola como materia, y esa otra exteriorización de su energía, intrínseca y molecular, mostrándola como radiaciones lumínicas, visibles y otras ondas energéticas no visibles, que podríamos considerar como Hálitos o Auras. En resumen, vemos ese Conjunto que llamamos Bosque, como una biomasa que irradia energías en diferente longitud de onda, exhibiéndose a nuestros ojos con un determinado color. Color, que es la radiación luminosa o energía lumínica visible para los humanos, que en ésta reflexión subjetiva, procede de esa Totalidad.

Los humanos, es evidente, vemos lo tangible bajo distintas coloraciones, algunos matices como el ultravioleta o el infrarrojo ni los vemos, pero nos siguen influyendo. Cada coloración, tono o matiz que percibimos que tiene la materia sea de forma individual o global, corresponde a un efecto energético cuya causa es en este caso, el estado del bosque y tiene su influencia sobre todos los organismos que están o moran en él, y ello aunque perciban esas coloraciones como las perciban, puesto que cada especie ve lo que le rodea, según la capacidad de sus sentidos. Es evidente que cuanto mayor tiempo pasemos en un bosque más nos impregnamos de esa energía.

Esa influencia de los colores, tampoco es mera especulación u obtusa superstición, pues la física conoce que el color propiamente dicho no existe, la materia carece de color, pues lo que nuestros ojos perciben son las radiaciones lumínicas que la materia rechaza y no absorbe. Es decir, absorbe todas las radiaciones del espectro luminoso que el ojo humano es capaz de percibir, y repele, reflejándola hacia nuestros órganos de visión, la que la estructura de sus moléculas no es capaz de retener.

Podríamos, casi decir, que una planta verde es de todos los colores menos verde. Y al rechazarlo, si estamos en su ámbito de influencia, por proximidad física, ese es el color o esas son las radiaciones lumínicas, para ser más exactos, que puede incidir en nuestro organismo y en nuestra psique, además de otras energías. En resumen y diciéndolo de forma simple, los árboles y etc., irradian colores que nos influyen.

Por otra parte, aunque conocemos a un árbol, exclusivamente y en primera instancia, por la imagen que la radiación lumínica rechazada nos trae a nuestros receptores, no estamos realmente en contacto íntimo, en ese primer momento con el amigo y hermano árbol.. El conocimiento sobre él, es muy limitado y pobre, ya que sólo podemos conocer su exterior y no la integridad de su interior, su espíritu, y menos cuando ésta ánima, como sabemos, no pertenece a la materia, sino a la Suprema Divinidad, que llamamos Todo Absoluto, El Incognoscible, El Increado etc, pues es parte de él / ella. Si deseamos conocer en algo este espíritu, se impone un acercamiento con una sensibilidad suficiente para captarla y entenderla y por supuesto integrarnos lo máximo posible en su longitud de onda.